Pasaba por el distribuidor de El Llanito cuando volví a pensar en ti. Fuck! Y yo que te creía en el olvido, y esta impotencia que me invade cuando burlas todas las barricadas de mi pensamiento. Pero como decía Benedetti el olvido está tan lleno de memoria, que a veces no caben las remebranzas y hay que tirar reconres por la borda. Hoy te pensé sin reconres, pero con nostalgia. De esa que sale desde las tripas, desde el nudo en el pecho. Desde la falta de aire. Desde la lágrima no arrancada.
Te pensé en esa cola inmunda, mientras escuchaba Cat Power. Pero no creas que te pienso todo el tiempo. En verdad no entiendo que fue lo que pasó. Aunque ahora que me doy cuenta siempre te pienso cuando escucho Cat Power, a pesar de que lo nuestro era Calamaro y Charlie, y tumbar mangos, y largas conversaciones por esas curvas hacia Choroní, y quedarnos dormidos en el sofá con la botella de vino a medio terminar. Pero no te preocupes, no pensé nada malo, ni cosas indecorosas. En la imagen, aunque no la pueda describir con exactitud, porque la recuerdo vagamente como se recuerdan los sueños, sostenías una copa de vino tinto, mientras con la otra mano, temblorosamente, acariciabas mi cabello. No nos decíamos nada. Yo te sonreía y tú me sonreías con la mirada, mientras yo hundía mi mundo en tu hombro, y deseaba que esta soledad fuese desmemoriada.
Bajé el vidrio y le pedí un cigarro detallado al buhonero de confianza, pero me regaló una chupeta Bom Bom Bum. Eran apenas las 5:30 pm y los rayos del sol chocaban contra el parabrisas.
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