miércoles, 16 de julio de 2008

En el séptimo día no descansaré, no descansaré


Todas las rupturas siempre duelen, y a pesar que algunas veces más es el alivio que nos proporcionan, con el paso del tiempo puede que se llegue a encontrar sentido a esas apuestas que desde siempre se supieron perdidas.

Y llegó el septimo día de un año más de vida, y para celebrarlo se prendieron los fogones, se abrió paso a las ollas siempre listas para ser las cómplices de la creación de sabores a jengibre, olor a hierbas, texturas crujientes de auyamas acarameladas, de la mano del que posee el don divino de alegrar paladares, mientras en la mesa compartimos no sólo el placer de un buen bocado, sino también el buen sabor de habernos conocido....

1 comentario:

si yo fuera gorda dijo...

Hay que agradecer a la vida cada instante, cada experiencia por eso considero que están importante vivir cada usanza que nos depara el destino.