jueves, 31 de julio de 2008

Sin documentos II


No veo la frontera,
miro el suelo buscando una raya una zanja
algún indicio
¿dónde empezamos nosotros?
¿dónde terminan ellos? ...
....de la raya para allá estamos unos y otros
de la raya para acá
estamos los mismos
no distingo la frontera
miro el suelo buscando una raya una zanja
algún indicio....

Texto: Más allá del mar
Autor: Hugo Cuevas-Mohr
Sección: Zozobras y naufragios
Fotografía tomada en algún lugar de la frontera entre Colombia y Venezuela

sábado, 26 de julio de 2008

Have you ever seen anything that kind...



Es lunes y amaneció lloviendo. Aún con los ojos cerrados y envuelta en mis cobijas escucho caer la lluvia con su ritmo acompasado que, al chocar con las rejas de mi ventana produce un sonido que parece el de unas campanas. Son las 6:30 de la mañana, aunque parece más temprano. La lluvia y el frío invitan a seguir durmiendo; pero es lunes, sí, lunes.

Me asomo para ver si está próximo a escampar y me quedo contemplando su recorrido incesante. Una ráfaga de viento frío sopla algunas gotas que mojan mi cara y, de repente siento que afuera hay algo de lo me estoy perdiendo. Son las 6:35 am. Continuo atrapada en mi contemplación.

El estado de placidez sólo es interrumpido por la nostalagia que, como siempre se instaura sin permiso. Esta vez desempolva los momentos en los que mojarse bajo la lluvia era parte de nuestros juegos, cuando no teníamos noción de la libertad que aquel acto implicaba. Recordé entonces el poema que escribió mi amigo Carlos Benítez un día, hace más de cuatro años, cuando la lluvia lo hizo añorar aquellos momentos en los que la adultez aún no nos había privado de los placeres que el universo nos pone en la punta de los dedos...

Lluvia

Ahora mis ropas se inundan
y la fibra se adormece la humedad aparece
cuando sobre mi cabeza salpican
gotas de acuarela transparente y cambia la semblanza de todo lo presente.

El tiempo me había alejado de sus toques insistentes
la edad pudo haberme vuelto temeroso y persistente
quizá quería mojarme
pero la adultez me gobernaba
y el calendario poco a poco borraba
lo que una vez degusté sin temor
ahora, aunque me persiga, siempre huyo
y si por casualidad me roza, me protejo
no sé de qué...aún lo ignoro
siempre invento una excusa
para que su acelerada marcha no me alcance
llegó la hora de regresar para inundar mi alma de sensaciones.

Ahora mi cabello tiene un dibujo distinto
ahora mi franela luce de un color diferente
ahora el goteo es incesante y complaciente
y en mi cara comienza una sonrisa a dibujarse
ya no caben más gotas de alegría en mi corazón

comienzo a estar satisfecho
ya no me resguarda un techo
es hora de recordar lo que signfica bailar bajo la lluvia
en una danza gloriosa e interminable
que te hace levantar los brazos y gritar para no ser vencido
y agradecerle al mundo que estás vivo.

Carlos Benítez, 2004.

Listen to music in random

Ella presiona shuffle songs en su Ipod dejando al azar la canción con la que inciará su día. Una melodía sencilla, casi intimista, comienza a susurrar en sus audífonos. Acordes de guitarra que producen unas notas nostálgicas pero dulces son el preámbulo de una voz muy tranquila que reclama: Put me in your suitcase, let me help you pack'cause you're never coming back, no you're never coming back. Y entonces la canción adquiere un aire de presagio que le avisa, aunque ella lo presienta, lo que está apunto de suceder ese día. Ella se llena de ganas de salir corriendo a buscarlo para decirle que sí, que la llevé con él, que la meta en su maleta y se vayan juntos riendo, aunque la duda de si caben el uno en la vida del otro sea tan grande que no pueda ser empacada...

miércoles, 23 de julio de 2008

Bailando una danza rota


Ella lo extraña cada mañana cuando al abrir sus ojos no son los de él su primera imagen del día, sino ese otro lado de su cama individual que, con el paso del tiempo se va haciendo más gigante y fría como el océano ártico. Una corriente de aire frío que pasa a través de la ranura de su ventana hace aún más fuerte esa imagen. Ella se aferra al calor de su cobija, cierra sus ojos, sólo por unos segundos más, y toma una bocanada de aire que exhala lentamente, como si con ese aire llenara el vacío de su ausencia, como si con él se inflara de fuerzas para comenzar un día más sin los buenos días de esa mirada que le sonríe cuando el sueño impide pronunciar palabras.

Cuenta hasta diez, abre sus ojos nuevamente y se estira con suavidad sintiendo como cada músculo de su cuerpo se acomoda. Vuelve a suspirar, una vez más, dos veces más. Dicen las abuelas que un suspiro es un beso no dado. Ella suspira por los besos que no recibió de él aquella mañana y por los que no recibirá en el resto del día. El sol se cuela por sus persianas dibujando una linda trama sobre su cuerpo y, el olor a café, que casi puede saborearse, la invita a que se rinda una vez más a la normalidad de sus días.

Afuera la esperan una linda mañana de invierno y su rutina tan automática, repetitiva, tan cotidiana. Una rutina signada por el reloj, por horas pico, por la hora de entrada, por la hora de almuerzo, por la hora de salida y por las horas pico nuevamente. Y es que ella se mueve con la inercia que mueve a esta necia ciudad, al mismo ritmo de la masa que, al igual que ella sabe de memoria hacia donde van, pero no se dan cuenta por donde. Y es que todos están demasiado apurados para darse cuenta que cortaron al pobre árbol que tenía toda la vida en la esquina, para distinguir la diferencia del reflejo del sol de invierno, para disfrutar durante un segundo del arcoiris que se forma en las gotas de rocío, o para subir la mirada al cielo y ver que las nubes se alinearon como un tablero de ajedrez. No, en esta ciudad no hay tiempo para esas cosas. Y aunque esta rutina pueda parecer banal, ella reconoce que la implementa sólo para hacer que el tiempo sin él pase de manera imperceptible, aunque al final eso sea un simple simulacro.

Cuado el día llega a su fin, después de haber sucumbido una vez más ante la implacable cotidianidad, ella lo imagina nuevamente y se aferra a la idea de que cuando esté a su lado todo cobrará sentido. Ese día su mirada dejará de rebotar ante otras que no miran, o ante aquellas que, al igual que la de ella, reconocen que no es esa la se busca, que no esa la que se quiere encontrar. Ya no será necesario escabullirse en aquellas ceremonias que pueden llevarse a cabo sin uno como la proyección de esa película del ciclo de cine francés, una presentación de la orquesta sinfónica, o en aquel concierto de jazz en donde tocará un pianista prodigio, del que después no recordará su nombre. Las calles llenas de gente ya no le parecerán tan vacías, las avenidas ya no parecerán tan anchas. Seguramente dejará de sentirse tan anónima y diminuta entre la estampida de carros que circulan por la ciudad, y su sonrisa, esa que suelta sin ningún motivo, no volverá a pasar desapercibida.

Todo ese trajín fútil cobrará un poco de sentido cuando por fin ellos se encuentren. Dejarán de acatar actos vanos y sus miradas dejaran de rebotar sin sentido para finalmente reposar en la del otro. Ese día lograran estar a salvo del peligro de lo cotidiano, de lo inútil, de lo falaz.

viernes, 18 de julio de 2008

En una burbuja, tan frágil e inestable, pero que parece una coraza

Hoy me encontré con esta conversación, o más bien un monólogo, en mi ventanita del messenger. Era mi amigo Gus describiéndome con pocas palabras, pero precisas, suaves y sútiles, cómo es estar enamorado.


La conversación comenzó comentando acerca de Tokio Blues, uno de los libros de Haruki Marukami :

Gus...
está fino, pero no es que me cautivo de entrada como los de kundera, es decir, tendría que seguir leyendo
Gus...
quizá sea por mi estado de ánimo...tú sabes, el estar enamorado jajajaja
Gus...
me hace perder contacto con la realidad..es como si uno se despegase del suelo y se va a otro mundo...el de la ilusión, donde todo está bien y todo es posible
Gus...
y te encierras en una burbuja, tan frágil e inestable, pero que a uno le parece una coraza...
Gus...
sé que en cualquier momento aterrizo, pero mientras tanto me disfruto la estadía...

Sólo me queda, mi querido Gus, desearte un largo y placentero viaje, y recuerda: Enjoy your flight and during the landing be sure to fast your seat belt...

miércoles, 16 de julio de 2008

En el séptimo día no descansaré, no descansaré


Todas las rupturas siempre duelen, y a pesar que algunas veces más es el alivio que nos proporcionan, con el paso del tiempo puede que se llegue a encontrar sentido a esas apuestas que desde siempre se supieron perdidas.

Y llegó el septimo día de un año más de vida, y para celebrarlo se prendieron los fogones, se abrió paso a las ollas siempre listas para ser las cómplices de la creación de sabores a jengibre, olor a hierbas, texturas crujientes de auyamas acarameladas, de la mano del que posee el don divino de alegrar paladares, mientras en la mesa compartimos no sólo el placer de un buen bocado, sino también el buen sabor de habernos conocido....

lunes, 14 de julio de 2008

Sin documentos


Déjame atravesar el viento sin documentos

que lo haré por el tiempo que tuvimos...

Porque no queda salida, porque pareces dormido,

porque buscando tu sonrisa estaría toda mi vida...

Andrés Calamaro

Noches con olor a juventud mezclado con olor a concha de coco, caminatas por senderos con olor a manzanilla, hamacas amables siempre dispuestas a adaptarse a la forma de nuestro cuerpo para brindarnos dulces sueños.

Atardeceres contemplados desde la cima de una piedra con la brisa acariciando cada milímetro de nuestro cuerpo, mientras su silbido acompaña la suave melodía compuesta por el sonido del mar y las notas que LSD toca en su guitarra, y que nosotras escuchamos al fondo, bien al fondo de nuestro mundo de lentos y desordenados pensamientos. Vuelve el olor a manzanilla, aunque estemos enfrente del mar.

El viaje de regreso es largo. Nos espera nuevamente el Tayrona lleno de senderos resbalosos, olor a tierra mojada y naturaleza mansa, también un largo viaje por una carretera que no veremos porque el sueño nos vencerá en el intento de captar fragmentos de ella. Volvemos con unos kilos menos tanto en nuestros cuerpos, como en nuestros morrales, kilos menos de preocupaciones, y en mi caso kilos menos de nostalgias. En mi morral sigo cargando con el vacío de tu ausencia, pero esta vez me pesa menos, mucho menos.


Esta es una de las tantas notas e imágenes de un viaje al otro lado de la frontera que emprendimos en un jeepp lleno de colombianos ilegales, una mañana a 30 grados de empegostante calor. Cinco horas más tarde, montados en un autobus clandestino, que nos ofrecía una trocha como camino para evadir la huelga de transportistas que mantenía la frontera cerrada, los ilegales eramos nosotros...he aquí el balance de un viaje que prometía ser una experiencia al mejor estilo de The Beach---

domingo, 6 de julio de 2008

Safe flight


Esta es una mis notas huerfanas, porque su destinatario nunca supo de ella. Y aunque pueda estar fuera de vigencia, no está carente de significado.

Stars and butterflies
riding in the sky
searching for a place to relax
and they found it by your side

they share with you dreams
and way to live life
you all love to hide and fly

Hide in waterfalls of clouds
fly with ladybugs and stars
that envolves you in a soft light

Once you told me you are not afraid
but yes, you are
you are afraid to come back

and now it's time
and now it's time
welcome to real life

So Please, dont be scared
I will be here, by your side
Bringing you a safe flight inside my arms