martes, 16 de septiembre de 2008

Aunque no esté de moda

Fueron suficientes las copas de vino como para incrementar mi congénita deficiencia motriz y fijar una sonrisa en mi cara y en mi mirada. Sentía un calorcito en mis mejillas y me imaginaba que estaban sonrosadas por efecto de los taninos. La felicidad por haber pasado un rato con amigos me embriagaba tanto o más que el vino. Entré a mi cuarto, alumbrado sólo por la tenue luz de luna llena que se colaba por las ranura de mis persianas, y a tientas busqué en el clóset cualquier cosa que me sirviera para dormir. A la mañana siguiente, ya un poco más lúcida y con resaca de vino y de felicidad, me doy cuenta que llevo puesta tu franela, tu favorita, la de la suerte, esa que doesn't fit me anymore. La que dejaste un día en mi casa y que prometí llevarte y que prometiste buscar. La que quedó abandonada y perdida en la sección de mi clóset en donde guardo las cosas que ya no uso porque pasaron de moda, y que no huele más a ti sino a desidia y a olvido. Esa que ahora doblo con esmero y delicadeza para guardarla junto con las promesas de encuentros nunca agendados porque las razones que los justificaban se sabían prescritas, al igual que los "te quiero" y los "lo siento"...


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