Sentada en mi oficina de paredes grises, y de mobiliario triste y aburrido, decido escaparme una hora antes de lo usual para disfrutar de las últimas horas de luz del día, encandilarme con los reflejos que chocan con las ventanas de mi carro, "tripearme" las siluetas de las personas que se forman a contra luz, mientras en la cola escucho una y otra vez una versión acústica, tan calmada y sútil de "This Modern Love" que me hace sentir "absent minded" he invadida por una "dulce melancolía". Sé que si salgo cinco minutos más tarde probablemente no llegue a tiempo a ese mirador que queda cerca de mi casa, para sentarme a contemplar el atardecer y con el final del día despedir, completamente reconciliada, los recuerdos revividos de esos "amores modernos" que invoqué de tanto escuchar esa versión acústica, calmada y sútil . Así que mejor me apuro, no vaya a ser que llegue tarde a mi ritual de despedida y tenga que quedarme con esos intrusos -los recuerdos- haciendo una fiesta con mi estado de ánimo. Pero acabo de caer en cuenta que esa idea es sólo una pretensión. Aquí, un país que limita al norte con el Mar Caribe a las 5:30 de la tarde ya es de noche, y no por culpa del calentamiento global o porque tengamos un invierno como el de los nórdicos. En Sabana Grande tampoco es de día y no precisamente por el solsticio de invierno, y es que pareciera que hay como una especie de cómplot para quitarnos todas las formas posibles de luz...
LA BONDAD NO SIRVE (VIEJO HDP)
Hace 5 años
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