Que el corazón no se pase de moda,
que los otoños te doren la piel,
que cada noche sea noche de bodas,
que no se ponga la luna de miel.
Noches de boda - Joaquín Sabina
La semana pasada acompañé a mi prima a una boda. Enfundada en mi vestido color verde, de tela de traje de baño, y calzando unas sandalias que a media noche se convirtieron en una tortura china, me dispuse a dejar de lado mi mala actitud ante las bodas y a disfrutar de la velada. ¿Por qué no? Era sábado, no tenía nada mejor que hacer y me pareció divertida la idea de meterme una "pinta", pues hace tiempo que no lo hacía. Sin embargo, por más que lo intenté no logré reconciliarme con la idea de que el hacer pública la decisión de compartir tu vida con la persona que amas, tenga que venir necesariamente acompañada de la realización de tales shows prefabricados, que hoy en día no son más que un negocio. Como era de de esperarse mi humor crítico reinó toda la noche, pisoteando las ilusiones de Susanita de mi prima, quién a sus 24 años está en todo el derecho de tenerlas.
La gente me ve con cara de horror cuando digo que no me gustan las bodas, que me parecen absurdas, que no entiendo muy bien de qué se trata ese montón de gente con trajes aparatosos que no les lucen, en el caso de las mujeres, y hombres torturados en trajes de pingüinos, bailando el piano merengue o yo quiero ser como Ariel, mientras esperan con ansias la llegada de la tal hora loca.
¿Pero por qué no me gustan las bodas? Porque todas son iguales. Porque como lo dije anteriormente me parece que son un show prefabricado, que viene dado por una serie de eventos cuyo orden cronológico debe ser seguido a cabalidad para que la misma sea "cool", socialmente aceptada y positivamente criticada por el público asistente. Toda boda que se respete debe tener la mesa de quesos, ramos con frutas acompañados de las impelables "aves del paraíso", unos centros de mesas en unos jarrones gigantescos que no dejan ver al del frente, el baile del vals, una orquesta que cantará versiones de éxitos pasadísimos de moda y las canciones más sonadas del momento en la frecuencia modulada, que por estas épocas casi siempre es reggaetón, aunque carezcan de siginificado en la vida de los contrayentes. Mientras esto sucede la gente espera con ansias la salida de los tequeños, se devora la mesa de quesos y la fuente de chocolate, para ir agarrando fuerza para lo que viene, que predeciblemente casi siempre son los tambores, la samba o unos zanqueros, claro está, si el presupuesto lo permite, y lo más esperado de toda la noche: la hora loca, momento cumbre en que todos los asistentes pierden el glamour y se matan entre sí para agarrar lo mejor del cotillón y así bailar con un disfraz ridículo y mal combinado " ilari lari lari eh, oh oh oh, ilari, lari, eh oh oh oh...este es el show de xuxa.." Casi dejo de lado las fotos y el vídeo carísimo que después más nunca ven.
Sí, todas son iguales, lo que realmente varía es el presupuesto, lo que hace que a unas se le vean las costuras, a pesar del esfuerzo económico realizado y de haber quedado casi en la ruina para encajar en el patrón preestablecido, mientras otras derrochan una abundancia grosera, casi siempre señalada por los asistentes, después que se la rumbearon al máximo. Nunca faltan los comentarios despectivos como: se gastaron un realero o con eso se hubiesen comprado un apartamento, etc, etc.
Y a pesar de que muchos de los actos que se llevan a cabo en las bodas tienen un significado estoy segura que el 90% de los contrayentes no tienen la menor idea de cuál es. Los incluyen porque sí, porque en las demás bodas lo hacen, porque es la moda, porque en la lista de los to do's, establecida por aquellos que han hecho de las mismas el gran negocio, deben marcar el mayor número de check´s. Me imagino que no muchos saben que bailar el vals significa el primer baile de los novios como marido y mujer, y que además da inicio al banquete, y que elegir un padrino viene de una tradición antigua en la que el novio acompañado por un amigo secuestraba a la novia.
Otra cosa que no entiendo son aquellos novios desesperados que, ante la imposibilidad de conseguir iglesia, se casan en una de la religión que sea. ¿Qué sentido tiene que tu boda sea aprobada en aquel que no es el templo de tus basamentos?. Aún casándote en la iglesia de la religión que adoptaste, tampoco le encuentro el sentido sí al final nunca has regido tu vida por la misma, si desconoces sus mandamientos o si éstos carecen de importancia para ti, y si la última vez que la pisaste fue el día de tu confirmación. Creo que hacer una boda por la iglesia se ha convertido en una excusa para vestir un traje de novia costoso que más nunca se usará, y que se guardará en el clóset ocupando parte del espacio que le corresponde al esposo.
Después de decir todo esto aclaro que no estoy en contra de los matrimonios, sino de cómo son celebrados. Creo que una decisión tan importante en la vida de dos personas puede ser celebrada de una manera intima, sin el derroche excesivo, con aquellos realmente importantes, que han sido, son y seguirán siendo testigos del camino que esas dos personas han andado y seguirán andando de ahora en adelante. Una ceremonia en donde el fondo es más importante que la forma. Un encuentro cálido e intimo con los seres queridos que realmente celebran y se alegran de que dos personas después de haber tenido la suerte de haberse encontrado hayan decidido continuar el camino juntos.
Espero que la profecía de mi amiga Val no se cumpla, y nunca llegue a tomarme la foto bailando " Yo quiero ser como Ariel" el día en que me case. Hoy no tengo que preocuparme por eso, estoy bien lejos de ese momento. Al final de este post creo que quedó bien claro que soy una "mujercita" como cualquier otra, que también piensa, como todas, en el día de su boda, sólo que de una manera un poco diferente. Queda por comprobar si el pez siempre muere por la boca...
que los otoños te doren la piel,
que cada noche sea noche de bodas,
que no se ponga la luna de miel.
Noches de boda - Joaquín Sabina
La semana pasada acompañé a mi prima a una boda. Enfundada en mi vestido color verde, de tela de traje de baño, y calzando unas sandalias que a media noche se convirtieron en una tortura china, me dispuse a dejar de lado mi mala actitud ante las bodas y a disfrutar de la velada. ¿Por qué no? Era sábado, no tenía nada mejor que hacer y me pareció divertida la idea de meterme una "pinta", pues hace tiempo que no lo hacía. Sin embargo, por más que lo intenté no logré reconciliarme con la idea de que el hacer pública la decisión de compartir tu vida con la persona que amas, tenga que venir necesariamente acompañada de la realización de tales shows prefabricados, que hoy en día no son más que un negocio. Como era de de esperarse mi humor crítico reinó toda la noche, pisoteando las ilusiones de Susanita de mi prima, quién a sus 24 años está en todo el derecho de tenerlas.
La gente me ve con cara de horror cuando digo que no me gustan las bodas, que me parecen absurdas, que no entiendo muy bien de qué se trata ese montón de gente con trajes aparatosos que no les lucen, en el caso de las mujeres, y hombres torturados en trajes de pingüinos, bailando el piano merengue o yo quiero ser como Ariel, mientras esperan con ansias la llegada de la tal hora loca.
¿Pero por qué no me gustan las bodas? Porque todas son iguales. Porque como lo dije anteriormente me parece que son un show prefabricado, que viene dado por una serie de eventos cuyo orden cronológico debe ser seguido a cabalidad para que la misma sea "cool", socialmente aceptada y positivamente criticada por el público asistente. Toda boda que se respete debe tener la mesa de quesos, ramos con frutas acompañados de las impelables "aves del paraíso", unos centros de mesas en unos jarrones gigantescos que no dejan ver al del frente, el baile del vals, una orquesta que cantará versiones de éxitos pasadísimos de moda y las canciones más sonadas del momento en la frecuencia modulada, que por estas épocas casi siempre es reggaetón, aunque carezcan de siginificado en la vida de los contrayentes. Mientras esto sucede la gente espera con ansias la salida de los tequeños, se devora la mesa de quesos y la fuente de chocolate, para ir agarrando fuerza para lo que viene, que predeciblemente casi siempre son los tambores, la samba o unos zanqueros, claro está, si el presupuesto lo permite, y lo más esperado de toda la noche: la hora loca, momento cumbre en que todos los asistentes pierden el glamour y se matan entre sí para agarrar lo mejor del cotillón y así bailar con un disfraz ridículo y mal combinado " ilari lari lari eh, oh oh oh, ilari, lari, eh oh oh oh...este es el show de xuxa.." Casi dejo de lado las fotos y el vídeo carísimo que después más nunca ven.
Sí, todas son iguales, lo que realmente varía es el presupuesto, lo que hace que a unas se le vean las costuras, a pesar del esfuerzo económico realizado y de haber quedado casi en la ruina para encajar en el patrón preestablecido, mientras otras derrochan una abundancia grosera, casi siempre señalada por los asistentes, después que se la rumbearon al máximo. Nunca faltan los comentarios despectivos como: se gastaron un realero o con eso se hubiesen comprado un apartamento, etc, etc.
Y a pesar de que muchos de los actos que se llevan a cabo en las bodas tienen un significado estoy segura que el 90% de los contrayentes no tienen la menor idea de cuál es. Los incluyen porque sí, porque en las demás bodas lo hacen, porque es la moda, porque en la lista de los to do's, establecida por aquellos que han hecho de las mismas el gran negocio, deben marcar el mayor número de check´s. Me imagino que no muchos saben que bailar el vals significa el primer baile de los novios como marido y mujer, y que además da inicio al banquete, y que elegir un padrino viene de una tradición antigua en la que el novio acompañado por un amigo secuestraba a la novia.
Otra cosa que no entiendo son aquellos novios desesperados que, ante la imposibilidad de conseguir iglesia, se casan en una de la religión que sea. ¿Qué sentido tiene que tu boda sea aprobada en aquel que no es el templo de tus basamentos?. Aún casándote en la iglesia de la religión que adoptaste, tampoco le encuentro el sentido sí al final nunca has regido tu vida por la misma, si desconoces sus mandamientos o si éstos carecen de importancia para ti, y si la última vez que la pisaste fue el día de tu confirmación. Creo que hacer una boda por la iglesia se ha convertido en una excusa para vestir un traje de novia costoso que más nunca se usará, y que se guardará en el clóset ocupando parte del espacio que le corresponde al esposo.
Después de decir todo esto aclaro que no estoy en contra de los matrimonios, sino de cómo son celebrados. Creo que una decisión tan importante en la vida de dos personas puede ser celebrada de una manera intima, sin el derroche excesivo, con aquellos realmente importantes, que han sido, son y seguirán siendo testigos del camino que esas dos personas han andado y seguirán andando de ahora en adelante. Una ceremonia en donde el fondo es más importante que la forma. Un encuentro cálido e intimo con los seres queridos que realmente celebran y se alegran de que dos personas después de haber tenido la suerte de haberse encontrado hayan decidido continuar el camino juntos.
Espero que la profecía de mi amiga Val no se cumpla, y nunca llegue a tomarme la foto bailando " Yo quiero ser como Ariel" el día en que me case. Hoy no tengo que preocuparme por eso, estoy bien lejos de ese momento. Al final de este post creo que quedó bien claro que soy una "mujercita" como cualquier otra, que también piensa, como todas, en el día de su boda, sólo que de una manera un poco diferente. Queda por comprobar si el pez siempre muere por la boca...