Cuando partas hacia Itaca
nacar y coral, ámbar y ébano,
Pero no apresures el viaje,
Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
mientras cada día jugamos a encontrar lo sublime en lo cotidiano
No terminaba de marcar el teléfono de una amiga a la que le pediría que me acompañara a hacer algunas diligencias, cuando me di cuenta que en realidad quería ir sola; y es que hoy es uno de esos días en los que el compromiso y la tolerancia sólo alcanzan para mí. Sí, y es quiero meterme en Entre Libros, esa vieja librería de Los Palos Grandes, y pasar horas allí, indecisa entre tantos títulos y autores, hojeando cuanto ejemplar caiga en mis manos y disfrutando del olor de sus páginas. Luego iré a buscar mis Melissas con calma, medirme todas las que quiera, para terminar comprando la que menos me gustaba al principio, sin tener que dar explicaciones del porqué gasto tanto dinero en un par de zapatos de plástico. Pasaré después por los buhoneros de la Central para buscar en vano Breakfast at Tifanny's, El graduado y las películas de Subiela, a sabiendas que allí no las voy a encontrar. No quiero que nadie me recomiende comprar Kung Fu Panda, La Momia parte VI, y no sé que cosa de Amor en Las Vegas. Y sí, me voy a volver a comprar Amelie, porque la que tengo de tanto verla ya está rayada. Me llegaré hasta la Plaza de los Museos a encontrarme con unos "Payasos hippies chilenos" y me sentaré en la primera fila de su circo de calle, para volver a reírme de cosas tontas y sin sentido. Aprovecharé de comprarle unas artesanías a Gretica y pediré que me las metan en bolsitas impregnadas de incienso para que ella se recuerde de ese olor de Bellas Artes y no el olor a basura que impregna al resto de la zona. Luego me iré con mi cámara a redescubrir Caracas y enamorarme otra vez de esta caótica ciudad, sin que me cuestionen qué voy hacer en la Plaza Oleary tan tarde, ni me recuerden lo peligroso que es el Centro y sus alrededores. Finalmente subiré al mirador de Valle Arriba, me compraré un helado y me sentaré a leer a Murakami -mientras me ensucio el vestido con el helado que acabo de comprar- con nadie mas que conmigo misma, con mis cavilaciones intermitentes, con el Ávila de fondo, con Caracas por allá abajo luciendo vulnerable, inofensiva y silenciosa. Mientras cierro los ojos y me lo creo.